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Nunca me abandones - Kazuo Ishiguro



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"El encuentro" - Cuento de la dinastía Tang

EL ENCUENTRO Ch’ienniang era la hija del señor Chang Yi, funcionario de Hunan. Tenía un primo llamado Wang Chu, que era un joven inteligente y bien parecido. Se habían criado juntos, y como el señor Chang Yi quería mucho al joven, dijo que lo aceptaría como yerno. Ambos oyeron la promesa y como ella era hija única y siempre estaban juntos, el amor creció día a día. Ya no eran niños y llegaron a tener relaciones íntimas. Desgraciadamente, el padre era el único en no advertirlo. Un día un joven funcionario le pidió la mano de su hija. El padre, descuidando u olvidando su antigua promesa, consintió. Ch’ienniang, desgarrada por el amor y por la piedad filial, estuvo a punto de morir de pena, y el joven estaba tan despechado que resolvió irse del país para no ver a su novia casada con otro. Inventó un pretexto y comunicó a su tío que tenía que irse a la capital. Como el tío no logró disuadirlo, le dio dinero y regalos y le ofreció una fiesta de despedida. Wang Chu, desesperado, no cesó...

"El ángel caído" - Cristina Peri Rossi

El ángel caído El ángel se precipitó a tierra, exactamente igual que el satélite ruso que espiaba los movimientos en el mar de X flota norteamericana y perdió altura cuando debía ser impulsado a una órbita firme de 950 kilómetros. Exactamente igual, por lo demás, que el satélite norteamericano que espiaba los movimientos de la flota rusa, en el mar del Norte y luego de una falsa maniobra cayó a tierra. Pero mientras la caída de ambos ocasionó incontables catástrofes: la desertización de parte del Canadá, la extinción de varias clases de peces, la rotura de los dientes de los habitantes de la región y la contaminación de los suelos vecinos, la caída del ángel no causó ningún trastorno ecológico. Por ser ingrávido (misterio teológico acerca del cual las dudas son heréticas) no destruyó, a su paso, ni los árboles del camino, ni los hilos del alumbrado, ni provocó interferencias en los programas de televisión ni en la cadena de radio; no abrió un cráter en la faz de la tierra ni env...

Fragmentos del discurso final de Pleberio, en La Celestina (1499)

Pues, mundo halaguero, ¿qué remedio das a mi fatigosa vejez? ¿Cómo me mandas quedar en ti conociendo tus falsías, tus lazos, tus cadenas y redes, con que pescas nuestras flacas voluntades? (178). Del mundo me quejo porque en sí me crió; porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea; no nacida, no amara; no amando, cesara mi queja y desconsolada postrimería. ¡Oh mi compañera buena y mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que estorbase tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste y solo in hac lachrymarum valle ? (179). Roja, Fernando de. (1982) La Celestina . Navarra: Salvat Editores, S. A. - Alianza Editorial, S. A.