«Con todo, la introducción de esta “chóra” en el Timeo se produce en forma de una interrupción
sorprendente en la narración, en la que hasta ahora se había mostrado el mundo que
el Demiurgo había elaborado con “nous” como un reflejo excelente de la imagen
primaria del mundo. Ahora se afirma de repente que al lado del logos hay que
poner también aquello que ocurre por necesidad. Que la creación del mundo
obedece a una mezcla de “nous” y “ananke”, de razón y necesidad. La razón convence
a la necesidad de que colabore en medida suficiente como para que al final
pueda resultar lo bueno. Así se produce la introducción misteriosa de ese
tercer género entre el ser y hacerse, idea y figura, imagen primaria y reflejo.
Lo que al parecer se pretende es que todos esos matices, esas insinuaciones mitológicas
y figuras cambiantes nos confundan para que aquello a lo que se refiera la “chóra”
aparezca como un comienzo completamente nuevo. Si bien se anuncia previamente,
esto se hace de una forma tan general, que resulta difícil llegar a comprender
este nuevo género, tan propio y particular. En él se encuentran ambas cosas:
ser y hacerse, lo inmutable del ser y aquello que carece de figura y que,
precisamente a causa de su variabilidad, se resiste a toda comprensión fácil. Esto
último aparece introducido prácticamente como “motivo de la figura oscilante”». (2001: 108).
Gadamer,
Hans-Georg. (2001). El giro hermenéutico.
2ª ed. Madrid, España: Ediciones Cátedra.
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